Herzberg, profesor de psicología y famoso asesor de empresas, también utilizó las necesidades como base de su teoría de la motivación. Tras realizar un estudio de motivación de diversos factores causantes de satisfacción e insatisfacción en el trabajo, llegó a las conclusiones siguientes:
Líneas generales de motivación
Delegar autoridad y responsabilidad.
Algunas personas son reticentes a asumir mayores responsabilidades, pero tanto la teoría como la práctica coinciden en señalar que la mayoría termina aceptándolas y considerándolas como una señal de que sus superiores están satisfechos con su trabajo.
Comunicar objetivos y tareas.
En ocasiones, si las esperanzas de un directivo en relación con uno o varios de sus trabajadores quedan frustradas, es porque éstos no sabían concretamente lo que se esperaba de ellos, porque no se lo había hecho saber.
Reconocimiento de méritos.
El saberse apreciado es un factor importante de motivación.
Facilitar medios para conocer progresos.
Fijando objetivos y facilitando los medios para que los propios trabajadores puedan saber por sí mismos el grado de consecución de esos objetivos, se consigue que puedan autocontrolarse, lo cual evita el frecuente control por otras personas, que es un factor que resta motivación.
Participación de las decisiones.
A las personas les gusta sentir que tienen algún grado de control sobre sus destinos. Cuando las personas se involucran en las decisiones que afectan a su trabajo, están mucho más dispuestas a aceptar esas decisiones y someterse a ellas.
Formación y desarrollo.
Además de elevar el capital humano de la empresa, los trabajadores resultan beneficiados por su mayor preparación y comprueban que el factor humano es importante para la empresa.
Correspondencia entre compensaciones y méritos.
Para un trabajador resulta frustrante comprobar que la empresa no valora adecuadamente los méritos pues remunera mejor y promociona a personas que no están capacitadas en detrimento de las que sí lo están.
Estímulos a la creatividad.
La rutina del trabajo diario puede hacer olvidar que en casi todos los puestos es posible innovar. Pero, para tener buenas ideas, ha de tenerse un pensamiento creativo, que también es necesario para aceptar las propuestas innovadoras de los subordinados.
Economía de la Empresa
Eduardo Pérez Gorostegui
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